jueves, 11 de julio de 2013

Tu Rosa artificial


Aquí me dejas, abandonada a mi suerte... o mi desgracia...
Apiadándote de mi cuerpo de plástico, inerte, como la rosa que me regalaste...
Moribunda, exhalando su último suspiro entre mis dedos, como yo lo exhalo entre los tuyos... dejando la vida atrás, y los recuerdos a un lado, entreviendo tus ojos desde los míos.
 
Y aquí me dejas, sin importarte donde iré o si me quedaré.
Pateando mi alma con tus punzantes palabras, dejándome agonizar rodeada de mentiras e ilusiones ficticias.
Nada importa ya, en este limbo nada es lo que parece, la muerte puede llegar a resultarte una nueva vida, y la vida una agonizante muerte.
Pero he aquí la belleza de la vida... yo te perdono sin tú ni siquiera saberlo, pues hasta el dolor puede llegar a ser hermoso. Una tortura léxica, literaria, dolorosa y punzante para mis oídos, me hace arrancar de mí sentimientos ya vacíos... hermosas lágrimas de liberación, inquietudes inexistentes...
Pero yo te perdono, porque sé que no eres dueño de tus actos. Que el odio nace de la cobardía... y espero que tú, sepas perdonarme, sepas recordarme como yo te recordaré... eligiendo los mejores momentos que juntos hemos vivido, permitiendo que el amor venza a la muerte de los recuerdos...
Recordando que nos hemos amado, y que nadie muere si en la memoria el recuerdo permanece vivo.

Aquí me has dejado, oliendo el aroma ficticio de tu rosa artificial...
 


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