martes, 21 de enero de 2014

Fragmento 4 "Hacer de un dia de lluvia un dia de sol tras la cortina" (Zulema Guerrero Feteira)

Saco la mano de la manta y a tientas busco la lamparita para iluminar un poco este vacío. Aunque ello no me ayude a pensar con mas claridad.
Miro ahora tu foto, iluminada por esta débil luz que baña este trocito de la casa, y sigues mirándome altivo, regodeándote de mi soledad, mientras tú te fundes en estos instantes en la apagada luz de un local, rodeado de humo, regalándole música a tus oídos, saboreando licores nocturnos, y dejando tu cuerpo a merced de la ebriedad.
Y yo aquí, desde mi sobriedad manipulada, admiro tu fuerza de voluntad de no dejarte llevar por los buitres carroñeros que se esconden en las tinieblas de la noche.
Que irónica es la vida...
Que irónico es este mundo...
Que ironía...
Y pensar que hasta hace poco compartía contigo cada segundo de la noche... era tu aliada, tu fiel compañera... tu bailarina particular... la que te cantaba al oído "pasando de palabras"...
Y pensar que todo terminó... que las noches nunca más volverán a tener el mismo color, el mismo aroma, el mismo sabor...
Y pensar que el descanso de esas noches nunca tendrá la misma calidez, nunca terminaran con la misma pasión...
Nada volverá nunca a ser lo mismo... contigo perdido en el cálido mundo de la frialdad...
Conmigo reprochándome haber encontrado mi verdadero camino... y no continuar tu caminar.
Me incorporo con esfuerzo de sofá para observar por la ventana un pequeño gatito que corre bajo los coches refugiándose del frio, y me acuerdo de ti, pequeña "Aerith".
Del momento en que llegaste a mis brazos, lo que significaste para mi. El mejor regalo que me habían hecho, eras tú. Te vi allí, dentro de aquella cajita, con una pinza, tan pequeñita, tan sola, con tu lacito en la cabeza... era imposible no mirarte con ternura.
Imposible no adorar ese gesto de quien te colocó el lacito.
Y ahora no estás aquí a mi lado... ni tú tampoco pequeña Aerith.
PASO DE PALABRAS

Las cosas cambian constantemente y nunca nada vuelve a ser lo mismo. Nunca nada vuelve a su punto de partida. Solo puedo contentarme con el recuerdo, con las imágenes que tengo grabadas en mi memoria. Y eso es algo que nadie ni nada cambiará.
Tic tac, tic tac, tic tac... solo han pasado veinte minutos, mil doscientos golpes de reloj. Y aquí nada ha cambiado.
Siento miedo del tiempo realmente, de su lentitud, de como influye en mi. De cada segundo de soledad... "obligada". De cada segundo que no dejo de pensar en ti.
El frio se cuela débilmente bajo la ventana, susurrando permiso para rozar mi piel, pero el calor de la manta solo permite que bese mi rostro, aun humedecido...
Rompo en llanto de repente, ahogando mi susurro entre lagrimas. Disculpándome ante nadie de quererte aun tanto, de sentir que en esta distancia aun me besas en pensamiento.
Rogando a Dios que en determinadas canciones aun me recuerdes... que determinadas palabras te evoquen a mi... que nunca dejes de recordarme, porque yo nunca dejaré de hacerlo.
La noche cae pesada sobre mis ojos, llenos de lágrimas, con mirada borrosa... turbia de amor.
Y no soporto esta angustia pasajera, no soporto pensarte y verte aquí, abrazándome, sintiendo casi tu presencia... no soy capaz de vivir de los recuerdos... nadie debería... Y dejo de llorar...
 

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