Ahora comprendo más que nunca, a pesar de haber escrito poesías sobre todo, lo que supone escribir con el alma, y poner todo el sentimiento y cariño en cada letra. La vida de estos personajes depende de mi propia vida, de las de personas cercanas a mí, en las que he podido inspirarme, y personas que me acompañan en este proyecto y sienten lo que voy sintiendo.
De nuevo gracias por el apoyo, por el tiempo, por la paciencia, por el cariño, por todo lo que este proceso conlleva...
"La historia con mi padre es tan
compleja, que no sabría cómo definirla, ni por dónde empezar. De esas historias
que no tienen un comienzo.
Se llamaba Miguel. Michele Raisa
Marinaccio. Aunque el segundo apellido no se usa, pero a mi padre le encantaba
decirlo, para que se supiera su procedencia. Era italiano, nacido y criado, pero su familia
vino a España cuando murió mi abuelo Bruno. Desapareció en alta mar. Mi abuela
Narcisa no pudo soportarlo y emigraron a España, a casa de unos familiares
lejanos de mi abuela. Y aquí se quedaron, en Cádiz, cerquita del mar, porque
eso nunca podría perderlo de vista mi abuela.
Supongo que tendrá la
esperanza de que el mar se lo devuelva, o al menos la tendría, o quizás solo
necesite verlo porque le recuerde a él, o no sé la verdad... Jamás he querido
sacarle ese tema a mi abuela porque sé que mi abuelo Bruno para ella fue el
amor de su vida, y perder a tu marido en el mar debe ser muy duro… no recuperar
jamás su cuerpo y no poder darle sepultura… no quiero imaginarlo.
Y años
después perder a un hijo… esa no es la ley de la vida.
Así anda la pobre, encorvadita
y más arrugadita de la cuenta de tanto llorar. Como los garbanzos cuando los
pones en remojo.
Mi abuela lleva demasiado peso de la muerte en su espalda, y
la suya empieza a echársele encima…"
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